Fue fundado como monasterio benedictino por San Rosendo en 934 y refundado por Alfonso VII en 1135. Situado en las Fragas del Eume donde termina la carretera del lado de Puentedeume, hay un puente y una cuesta de pizarra que lleva a él.


   Al llegar al Cenobio observamos como los diferentes anacoretas que vivían por la zona se refugiaron en este cenobio alcanzando la categoría de Real Colegiata (con seis canónigos regulares de San Agustín) la capilla de Santa Isabel y donando San Rosendo la tierras cultivables a la derecha del río Eume.


   Con la desamortización de Mendizábal, los bienes del monasterio pasan a manos particulares, con lo que desaparecen rápidamente, incluídas las reliquias de San Rosendo, que fueron llevadas a Santiago.


   Según Ángel del Castillo, “Antiguamente existían dos iglesias, la una casi inmediata a la otra, y aún hay quién lo recuerda; pero abandonado todo en 1896, con los restos de una, recompúsose la otra”.


   La iglesia actual, en todo caso, es románica, de finales del siglo XII. Consiste en una pequeña nave rectangular con una ábside proporcionalmente muy grande, compuesta de un tramo recto y otro semicircular. El ábside está precedido de un arco triunfal de medio punto ligeramente peraltado sobre semicolumnas. Está cubierto con una bóveda de cañón seguida de otra de cascarón (de cuarto de esfera), con seteras que al exterior se convierten en arcos doblados de medio punto sobre dos pares de columnas acodilladas.


   La imagen que ofrece el monasterio está formada por una escalinata que da acceso a un arco de entrada sobre el que se levanta la gran torre barroca de las campanas, del siglo XVIII, con el ábside románico de la iglesia a la derecha. El tamaño del ábside queda potenciado por la base sobre la que se eleva para salvar el desnivel, decorada con arcadas figuradas dobles. Su carácter original románico se mantiene intacto, con los elementos clásicos como columnas pegadas, ventanas con molduras esculpidas y cornisas sobre ménsulas.