Hoy, a pesar de la lluvia y la niebla, nos acercamos al Castillo de Narahío en la parroquia de Narahío ayuntamiento coruñés de San Sadurniño en la comarca de ferrolterra. Para llegar a él hay varias formas pero nosotros aconsejamos partir desde la rotonda principal del casco urbano de San Sadurniño y tirar en dirección a Igrexafeita y a unos metros tomar el desvío a Chao que durante su trayecto veremos el cambio de parroquia. Luego os aconsejamos que uséis el GPS y tracéis la ruta más cercana hasta Riolimpo ya que hay un montón de carreteras estrechas y asfaltadas con muchos desvíos. Al llegar a ese punto os encontrareis un cartel que pone Castelo, lo tomáis y después de una subida se encuentra el castillo junto al Río Castro. Actualmente se está en ruinas y lleno de maleza a pesar de su última reconstrucción en la época de la última crisis mundial (2007) en su tercera fase no iniciada (llevaban invertidos 280.000 €).

   Es un castillo medieval del siglo XIII que pertenecía al noble Gonzalo Piñeiro que se puso de parte de Pedro I en la guerra civil contra su hermano Henrique II de Trastámara que tomó las posesiones del noble tras su derrota y le cede a Fernán Pérez de Andrade el castillo en 1371. En 1466 el castillo es destruido en la revuelta Irmandiña y su reconstrucción correrá a cargo de Diego de Andrade tres años más tarde. El castillo fue abandonado en el siglo XVII.


   Su estudio no comienza hasta principios del siglo XX por el ingeniero catalán Andrés Avelino Comerma y Batalla.

   Hay una escalinata de piedra y madera que conduce a los muros del patio de armas (en la fotografía del medio) y la torre de homenaje central (la primera de las fotografías) que caracteriza a los castillos de esta época, aunque actualmente el acceso es imposible. La entrada principal es una puerta adintelada donde estaba la puerta levadiza. Tiene arcos de medio punto como se aprecia en la última de las fotografías. La torre de homenaje se estructura en cuatro plantas con techo abovedado.



   Para finalizar la posesión es de la casa de Alba que lo cedió a la Xunta de Galicia por treinta años. Desde el año 1994 está considerado como un Bien de Interés Cultural.